testimonios + 2008 noviembre 06

REFLEXIONES SOBRE EL SEMINARIO Y LOS ENCUENTROS CON ASOCIACIONES DE LA CALLE Y FUNCIONARIOS DEL GOBIERNO DE BOLIVIA (OCTUBRE 2008)

 

El seminario organizado por el lic. Benito Fernández de la A.A.E.A. (Asociación Alemana de Educación a los Adultos), el 27 y 28 de octubre de 2008 y los encuentros con asociaciones que trabajan con niños y adolescentes de la calle o trabajadores de la calle y con funcionarios del gobierno de Bolivia (viceministro de justicia, director general de la Educación Alternativa y responsable de la erradicación del trabajo infantil) fueron para mi muy interesantes e instructivos. La organización fue perfecta y con Yesenia Reyes, socia del Movimiento de Jóvenes de la Calle (MOJOCA), fuimos acogidos con calurosa amistad.

 

El seminario y los encuentros nos permitieron conocer la condición de las niñas, niños y jóvenes de la calle o trabajadores de la calle en La Paz y en Los Altos. Es una realidad que tiene aspectos comunes con la vida en la calle en la capital de Guatemala: las muchachas y muchachos eligen la calle para huir de violencias en la familia y de la extrema pobreza provocada por un sistema social injusto y agravado por la globalización neoliberal. En la calle sufren violencia, discriminación, humillación de parte de la gente y de los policías que abusan sexualmente de ellos. Viven en grupos que para ellas y ellos son como una familia. En los dos países las muchachas y muchachos de la calle consumen drogas, en Bolivia inhalantes y la pasta de la cocaína, en Guatemala solvente, crack y marihuana. Con sorpresa he constatado una evolución parecida a la de Guatemala, en el sentido que al final de los años noventa desaparecieron los grandes grupos de la calle y las peleas que los oponían. Hay también diferencias entre la vida de calle en Bolivia y en Guatemala que nos permiten hacer la hipótesis de que existe una cultura general de la calle con rasgos comunes y subculturas distintas. Mientras en La Paz y en Los Altos, las muchachas y muchachos sobreviven con el “robo” y los servicios sexuales, esas actividades han radicalmente disminuido en la capital de Guatemala y fueron sustituidas por la mendicidad. En Bolivia, no existen los sicarios y la violencia extrema es muy rara, aún si en Los Altos hubo casos de linchamiento y hasta quemaron vivos a muchachos de la calle. La sociedad boliviana es más pacífica que la de Guatemala, aun si no falta en este país la violencia política de sectores privilegiados de la población apoyados por los servicios secretos de los Estados Unidos. En Bolivia no existen las pandillas violentas de jóvenes manipuladas por los narcotraficantes y los poderes ocultos, que  imponen impuestos a los comerciantes, a los medios de transporte y a la misma población de los barrios pobres.

 

Hemos encontrado también diferencias en las asociaciones que trabajan con las muchachas y muchachos de la calle. En Bolivia muchas asociaciones trabajan al mismo tiempo con muchachas y muchachos trabajadores de la calle y con las niñas, niños y adolescentes que viven en la calle. Mientras en Guatemala las asociaciones trabajan sólo con una de esas categorías sociales. Hemos encontrado sólo a dos asociaciones que se ocupan exclusivamente de muchachas y muchachos que viven en la calle: Maya Pacha Quinsa compuesta de profesionales que van a la calle para orientar y preparar a las muchachas y muchachos a reinsertarse en su familia o entrar a una institución. La segunda, “Arca del Amor”, grupo religioso de inspiración hinduista, encuentra a las muchachas y muchachos en el lugar donde viven para ofrecer a ellos el amor que les faltó y una alimentación sana, y les anima a insertarse en la sociedad.

 

Otra diferencia es la voluntad del gobierno boliviano de dar una solución a los problemas de las muchachas y muchachos que trabajan o que simplemente viven en la calle.

 

En Bolivia, como en Guatemala, hay muchas ong que trabajan con la población de calle, lo que provoca una confusión en las propuestas que se hacen a las muchachas y muchachos y una profusión de ayuda que permite a ellas y a ellos permanecer en la calle, y que ponen en competencia a las mismas asociaciones. Eso hace difícil la constitución de una coordinación de estas asociaciones y la constitución de un sujeto político capaz de representar a toda la población de la calle y contribuir a la transformación de la sociedad iniciada por el MAS (Movimiento al Socialismo) del presidente Evo Morales.

 

Pero esta división y competencia se encuentra también en Europa entre las ong que para sobrevivir se ponen en competencia con las otras para obtener subvenciones de la Unión Europea o de sus gobiernos y alimentan las divisiones y competencias entre las ong de los países en vías de desarrollo. Además proponen a menudo proyectos que no son esenciales para la población de la calle.

 

Hemos encontrado a solo dos grupos donde hay una autogestión y formación política de las muchachas y muchachos que trabajan o viven en la calle: los NATs de .... y de Taraja, La Paz y de Los Altos. Los NATs fueron las únicas asociaciones representadas por jóvenes en el seminario, donde hacían intervenciones muy interesantes que demostraban una profunda concientización sociopolítica. Para nosotros el encuentro más emocionante fue el que el lic. Fernández organizó en la sede pobre de los NATs de La Paz. Nos parecía participar en una reunión del Mojoca. Había jóvenes madres con sus hijas e hijos, niños y adolescentes que lloraban recordando su niñez. Otra vez tuve la posibilidad de constatar lo que ya había observado con el Manthoc, y los NATs de Perú y de Colombia: la excelente formación sociopolítica de esas organizaciones y la participación de las niñas, niños y adolescentes en la dirección de su movimiento.

 

Como en Guatemala, muchas de las asociaciones que hemos encontrado privilegian la institucionalización. Esta solución es también la de la “Educación Alternativa” del Ministerio de Educación.

 

Hemos aprendido de cada asociación: la profesionalidad de los trabajadores de Maya Pacha Quinsa. La prioridad del amor de la asociación Arca del Amor, el modo ingenioso de la Fundación Arco Iris que financia los servicios de salud para la población de la calle haciendo pagar más a los ricos que frecuentan su hospital privado, la atención otorgada a las muchachas de la calle y al intento de liberarlas de los abusos sexuales comerciales de parte de las compañeras del MLAL de Los Altos, la voluntad de hacer respetar los derechos de la población de la calle por parte del gobierno y sobre todo la formación sociopolítica de los NATs y su participación activa para apoyar el cambio de sociedad propuesto por los movimientos sociales que apoyan al gobierno de Evo Morales.

 

Hemos constatado también unas debilidades que de modo constructivo queremos exponer para que puedan ser enfrentadas para el bien de la población de la calle.

 

Ya hemos señalado las divisiones y la competencia entre las organizaciones que se ocupan de la población de la calle. Además, esas instituciones tienen una definición distinta de las muchachas y muchachos que viven en la calle, al punto que los miembros de unas asociaciones nos dijeron que en Los Altos viven 30 mil muchachas y muchachos de la calle, mientras según otra hay en la misma ciudad sólo 3 mil. Sería útil profundizar el concepto de niña, niño y adolescente de la calle no sólo desde el punto de vista sociológico sino también psicológico. Sería también útil un estudio que permita una idea más precisa del número de muchachas y muchachos de la calle o que trabajan en la calle en todo el territorio de Bolivia.

 

Nos parece también útil proponer un diplomado o postgrado de educación de la calle. En un encuentro organizado por el lic. Fernández en la Universidad San Andrés de la capital, hemos constatado el interés de los estudiantes de pedagogía, sociología, psicología y medicina por esta problemática.

 

Pero no basta una simple formación universitaria. Es necesaria una formación alternativa, elaborada desde el punto de vista de las niñas, niños y adolescentes que viven o trabajan en la calle. En las intervenciones en el seminario o en varios encuentros, hemos constatado la necesidad de una formación verdaderamente alternativa. A veces hemos observado una formulación moralista de vivencia en la calle, como el “robo” o los servicios sexuales. Nos parece importante tomar en consideración que si las muchachas y muchachos de la calle para sobrevivir se ven obligados a “robar”, ellas y ellos son, como la mayoría del pueblo, víctimas de robos y violaciones de sus derechos fundamentales por parte de una minoría rica y de los países y multinacionales del “primer mundo”. Es evidente que queremos eliminar los abusos sexuales comerciales de los cuales un número elevado de muchachas de la calle son víctimas. Pero al mismo tiempo, y con la misma indignación tenemos que combatir la explotación del trabajo de mujeres y hombres en las maquilas donde venden su cuerpo y su fuerza de trabajo para el provecho de otros.

 

Es también necesaria una reflexión crítica sobre las edades de la vida para darse cuenta que la niñez, adolescencia y juventud no son etapas naturales del desarrollo de las personas, sino construcciones socioeconómicas y culturales de marginación. Si no se tiene una visión crítica se corre el riesgo de violar los derechos humanos de las niñas, niños y adolescentes que viven o trabajan en la calle. Los gobiernos de América Latina, o de los países que intentan construir una sociedad más justa e igualitaria, a veces aceptan de modo acrítico las leyes y prácticas de los países ricos y de la Organización Internacional del Trabajo. Quieren a menudo erradicar toda forma de trabajo “infantil”, quitando de este modo un derecho fundamental a las niñas, niños y adolescentes. Esas medidas son tomadas con buenas intenciones, pero es raro que los adultos o gobiernos de América Latina no tomen en consideración el hecho que son las mismas niñas, niños y adolescentes trabajadores que reivindican su derecho al trabajo. Piden que sean eliminados los trabajos peligrosos o explotados, y quieren un trabajo digno que permita a ellos estudiar y tener el tiempo de jugar o de divertirse. El trabajo en esas condiciones es no sólo un instrumento importante de desarrollo de la persona, de sus capacidades y potencialidades, sino también un medio de tener una necesaria autonomía en confrontación a los adultos.

 

Una visión histórica y científicamente crítica de las edades de la vida permite constatar que las y los jóvenes y adolescentes son adultos marginados a los cuales se violan todos los derechos de los adultos.

 

De este modo se puede comprender cuánto es importante para la liberación de las niñas, niños y adolescentes la práctica de la autogestión, entendida no sólo como autogestión de la vida personal, sino también de la vida social y política.

 

Al término de nuestra estadía en Bolivia expresamos nuestro agradecimiento al lic. Benito Fernández, a la A.A.E.A, a los funcionarios del gobierno que nos recibieron y a todas las asociaciones con las cuales tuvimos el privilegio de intercambiar experiencias, propuestas y sueños. Auguramos que las asociaciones y el gobierno puedan unirse y que las niñas, niños y adolescentes puedan volverse un sujeto político capaz de intervenir de modo creativo y crítico en la construcción iniciada de una nueva Bolivia. Auguramos también poder seguir trabajando con las compañeras y compañeros de la calle de Bolivia para construir un movimiento internacional capaz de representar los derechos y los sueños de la población de la calle, contribuyendo de este modo a la construcción de una sociedad mundial más fraterna.

 

Gerard Lutte

Asesor del Mojoca