cartas + 2014 abril 12,  Guatemala

 MI EXPERIENCIA EN LA CALLE Y CON EL MOJOCA

Desde niño he sentido un sentimiento profundo hacia los pobres, recuerdo que mi padre me traía a la capital y me mostraba la vida de los indigentes de aquel tiempo, siempre decía que ellos no quisieron aprovechar las oportunidades y fueron desobedientes a sus padres. Recuerdo que tenia aproximadamente 7 años cuando vi a un grupo de jóvenes tirados en la calle, bajo el fuerte calor del sol, sucios y con mal olor. Mi papá me decía que teníamos que tener mucho cuidado con ellos porque nos pueden hacer daño. Esa escena quedo guardada en un rincón de mi mente por mucho tiempo y apareció después de tantos años en un momento cuando visitábamos un punto. Curiosidad, lastima o inquietud, no sabría decir lo que en mi niñez me acompaño hasta hoy en día, pero puedo decir que las respuestas que necesitaba en aquel tiempo la encontré en Mojoca.

Qué fácil es juzgar a los que se encuentran en la intemperie, desprotegidos y sin esperanza. Es triste saber que muchas personas actúan sin conocer la verdadera realidad de nuestros hermanos, que por distintas razones las y los encontramos en las calles.

Quiero referirme en una frace que Gerardo mencionaba en la última reunión, él decía “me gusta más compartir con los pobres que con los ricos”, ciertamente esto se llega a comprender, cuando nuestro corazón sufra y sienta la necesidad de apoyar a los chicos de la calle.

En mi experiencia personal he encontrado en los jóvenes de la calle una sinceridad que penetra en nuestros sentidos, no son perfectos como también nosotros no lo somos y como nosotros también se les ocurre algunas mentiras, al final logro comprender el objetivo y la necesidad personal que buscan y esperan encontrar. Durante estos años he podido discernir muchas cosas de ellos, esto me hace ver la situación de mil maneras.

Me sorprende la solidaridad entre ellos, he visto que cuando se tiene una necesidad todos la sienten, he visto también que entre ellos surgen conflictos hasta llegar al punto de golpearse, pero cuando se sienten amenazados por otras personas se vuelven uno solo y defienden su territorio.

El compañerismo con la gente pobre se disfruta más cuando  uno vive de forma humilde, se siente bien cuando compartimos alguna refacción, chiste, comentario, broma y las chamuscas en algún parque o en la calle, nadie desprecia un regalo, nadie hace caras al recibirlo, a pesar de que algunos no agradecen, disfrutamos ver la satisfacción en las caras felices, como niños corren y disfrutan cualquier presente.

Hay artistas en la calle. Cuando nadie creía que de la calle se pueden sacar talentos hoy en día hemos podido apreciar a jóvenes cantando, bailando, actuando y más de alguna vez hemos disfrutado a verdaderos astros del deporte, especialmente en el fut bol.

Sueños. Cada joven lleva en su mente lo que algún día quisiera llegar ser. Sienten envidia por superarse cuando reflexionan sus vidas. Hagamos que se cumplan sus sueños y automáticamente se cumplen las nuestras.

Convivamos y sigamos compartiendo con los chicos de la calle, tenemos mucho que aprender y tenemos mucho que enseñar.

En agradecimiento a Dios por las bendiciones recibidas en nuestras vidas, hagamos menos dolorosa el día a un chico de la calle.

Atentamente:

Erick Choc

Asesor de la Casa de los Amigos